“Todos sufrimos traumas y todos tenemos capacidad de superarlos”
Oct 25, 2023Tengo 60 años: solo son una cifra si solo le das esa importancia. Nací en Chicago. Negué lo que era para ser querido y estudié Psiquiatría para superarlo, y hoy ayudo a otros a curarse. Estoy casado y tenemos dos hijos. Creo en Dios, pero no en las religiones. Publicó ‘Trascender el trauma’ (Eleftheria).
Curarse para curar
“No puedes curar el trauma de otros –dice Anderson– sin haber sufrido tú uno. Y yo estudié Psiquiatría para superar el mío, por eso siempre intentaba ayudar a los demás para aliviar el dolor de necesitar ayuda. De niño me obsesioné por ser tan normal como quienes me pegaban en el colegio: me casé con una mujer hasta que descubrí, a los 32 años, que mi normalidad era ser homosexual y que rechazar ser quien eres, porque quieres ser quien quieren tus padres, te causa un sufrimiento que solo superarás al aceptarte”. El error de ser lo que otros quieren para ser querido: guapo, listo, delgado, rico... es una continua fuente de sufrimiento, “pero –añade el psiquiatra– también la oportunidad de conocerte mejor para superarte y desentrañar las razones que te llevan a conductas y adicciones indeseables”.
Por qué su terapia es de Sistemas Familiares Internos?
¿Ha sufrido usted algún trauma alguna vez?
Ahora mismo no sé decirle...
A nadie le gusta que le asocien a la palabra trauma... ¿Lo ve? He detectado en su tono disgusto y sorpresa al oírla. Y, sin embargo, todos sufrimos traumas. ¿No ha muerto su padre, su madre, su abuelo...?
¿No era inevitable verlos morir?
Esa afirmación trata de evitarle precisamente el dolor que le causaron las muertes de quien amaba. Otras veces el trauma es sufrir maltrato de otros niños o adultos; tal vez una grave injusticia en el trabajo...
¿No son también inevitables y no debemos afrontarlos, superarlos y madurar?
Sí, pero hemos evolucionado para evitar el sufrimiento y el mecanismo inmediato para evitar el dolor de un trauma es suprimir su recuerdo o mantenerlo tan alejado, como usted hace ahora, como podamos.
¿Nuestra psique es así de simple?
Ese es su mecanismo y es tan esencial como complejo desentrañarlo en cada caso, porque desarrollamos conductas y hábitos, de los que no somos conscientes, para no revivir el dolor del trauma y así podemos causarnos más dolor, y también a los demás.
¿Por ejemplo?
Cuando bebes mucho, cuando trabajas tantas horas que no generas valor o cuando... ¿Cuántas tazas de café lleva usted hoy?
Demasiadas, sí.
Todas son formas simples de protegernos del dolor, y hay otras más sofisticadas, como la obsesión por tenerlo todo bajo control siempre al no soportar la incertidumbre o la de no soportar la menor crítica y ser dependiente de lo que digan otros de ti.
¿Cómo trata usted a esos pacientes?
Les ayudo a que descubran por sí mismos que actúan así para protegerse del dolor. Y esa terapia es para todos y no solo para quien ha sufrido una guerra o un crimen o una violación. Todos sufrimos traumas y todos tenemos capacidad de superarlos.
¿Y al hacernos conscientes de la razón última de nuestra conducta rectificamos?
Al tomar conciencia del origen último de esa conducta extrema que nos perjudica podemos encontrar alternativas para superar poco a poco el trauma.
¿Cómo aceptar que te violaron, que murió tu madre y tú eras un niño, que...?
Tenemos que aprender a sentir el dolor de una manera amable...
¿Dolor amable? ¿No es contradictorio?
Aceptar el dolor para sentirlo de forma amable es amarnos a nosotros mismos con nuestro dolor sin añadirle más reproches ni culpa. Y ese es el primer paso a la curación.
¿Amar el dolor?
Aprender a interpretar tu experiencia traumática sin odio, sin autoodio; sin culpa... Y así ir desarmando el mecanismo automático que te hace caer en conductas indeseables solo para postergar el dolor que aún te causa el trauma.
¿Heredamos traumas y culpas de nuestros padres, abuelos, culturas...?
Antes de que Freud y Jung intentaran desentrañar esas culpas y traumas que usted cita, los humanos ya trabajaban sus traumas personales y colectivos con narrativas, arquetipos, simbolismos... Que no eran sino formas de asumir el dolor de forma amable y sin odio.
¿Por eso Freud insiste en nuestro complejo judeocristiano de culpa?
Y por eso nuestra terapia es familiar. Nosotros no hemos creado nada nuevo: solo intentamos explicarlo de forma que sea comprensible, ergo, útil y sanadora para la mayoría.
¿Qué esperan conseguir al difundirla?
Que al entender esos mecanismos descubramos que no estamos condenados a vivir con el dolor y el trauma, sino que podemos superarlos y liberarnos del dolor.
¿Hacen que participe toda la familia del paciente en la terapia?
Porque el doctor Dick Schwartz, mi maestro en psiquiatría en Harvard, era terapeuta familiar y, al tratar anorexias y adicciones juveniles, descubrió que debía curarlas con la familia porque el origen del trauma era familiar. Y llevaba a toda la familia a la consulta.
¿Curan con palabras o con pastillas?
Yo ayudo a los pacientes a curarse con todos los recursos: farmacológicos y con palabras, por supuesto, empezando por las necesarias para alcanzar la lucidez y el autoconocimiento.
¿Revivir el trauma ayuda a superarlo?
Queremos que las personas descubran la energía que hay en ellas y la usen para resetear su psique con palabras... Y, a veces, medicación. Pero la neurociencia demuestra que no superarán nunca el trauma desde la ira, el odio o la frustración, sino desde el amor y la aceptación.